Dionne Searcey-Keith Brasher / The New York Times
Canyon Lake Ranch fue, en el pasado, un campo de entretenimientos para peregrinos cristianos. Luego, con el paso de los años, se convirtió en una sede para retiros corporativos con esquí y espectáculos de vaqueros. En la actualidad cuenta con halcones que sobrevuelan las 44 hectáreas calcinadas por el sol y ocupadas por serpientes, coyotes. Muy pronto, este rancho texano se transformará en un emprendimiento cerrado de 99 pequeñas mansiones diseñadas para compradores chinos.
El constructor de este lujoso country es el empresario chino, Zhang Long, quien se reservará tres lotes para construir su propia finca en el rancho donde antes funcionó la arena de rodeos. Esta lujosa obra, a 56 kilómetros al noroeste de Dallas, es la más reciente manifestación de un fenómeno global de adquisiciones por parte de magnates chinos. Las fortunas de estos empresarios se vuelve una fuerza global en los bienes raíces de todo el mundo.
Es probable que persista el flujo de dinero a pesar de la crisis en China. Aunque la devaluación de la moneda y la caída del mercado accionario han reducido el poder adquisitivo del país en el extranjero, la incertidumbre resultante lleva a que muchas personas y compañías chinas se muestren ansiosas por invertir en donde sea, salvo en su propio país.
En Londres, los inversionistas chinos están comprando departamentos de lujo en barrios exclusivos y grandes rascacielos en el distrito financiero. En Canadá pagan hasta un U$S 1 millón por una modesta cabaña en Vancouver. En Australia, un fondo de riqueza soberano chino compró nueve torres de oficinas en lo que fue la transacción inmobiliaria más grande en la historia del país.
La fiebre de las propiedades
En Estados Unidos, la racha de compra de casas empezó en las costas, donde los chinos se han apoderado de lujosos condominios en Nueva York y de enormes casas pretensiosas en Silicon Valley, California, haciendo que se dispare el valor de las casas en las grandes ciudades. Ahora la racha se está extendiendo hacia el centro del país, donde los precios son más modestos y tienen margen de dispararse.
La gran fiebre inmobiliaria en Estados Unidos es parte de la ola de dinero chino que se está invirtiendo en la economía global e influyendo en los mercados financieros. En los bienes raíces residenciales y comerciales, el flujo de dinero está trastrocando la dinámica tradicional de comprar y vender.
Este año, las familias chinas representaron por primera vez un grupo de compradores extranjeros de casas en Estados Unidos. El enorme gasto en casas nuevas está ayudando a impulsar la economía local en el Medio Oeste. Pero en áreas densamente pobladas, como Manhattan y San Francisco, también están afectando la accesibilidad y disponibilidad de la vivienda, ya que la demanda supera a la oferta, lo que provoca una guerra de precios.
Aunque las compras de los chinos representan apenas una pequeña tajada de las ventas totales en Estados Unidos, tienen un impacto desproporcionado en el mercado de propiedades costosas: los chinos han adquirido una de cada catorce casas que se han vendido en más de U$S 1 millón. En promedio, los compradores chinos, considerando en conjunto a China, Taiwán y Hong Kong, pagan U$S 831.000 por una vivienda, más de tres veces lo que gastan los estadounidenses, según un estudio reciente de la Asociación Nacional de Corredores de Bienes Raíces.
Pagan con efectivo
Para el comprador estadounidense promedio, que requiere de una hipoteca para comprar una casa, el flujo de dinero chino hace más difícil entrar en un mercado que se enfrenta a inventarios reducidos y a precios en alza. La mayoría de las transacciones que hacen los chinos (el 69%) se realizan al riguroso contado, según precisó la asociación de corredores.
Esas ofertas por lo general se elevan mucho para los compradores que, en esos casos, pueden cerrar el trato en poco más de un fin de semana. Incluso en Silicon Valley, un mercado con abundancia de millonarios, los compradores chinos, si pagan al contado, pueden superar las ofertas de empresarios de tecnología cuya riqueza está ligada a opciones accionarias. “Ahora hay guerras de precios incluso entre quienes compran al contado”, advierte Sam van Horebeek, director de East-West Property Advisors, empresa china que conecta a compradores del país asiático con agentes inmobiliarios estadounidenses.
Fuera de Estados Unidos, la demanda china ha sido tan fuerte que algunos lugares están tratando de moderarla. Por ejemplo, en Hong Kong y en Singapur se ha establecido un impuesto del 15% a los compradores de bienes raíces no residentes. En Australia, el gobierno provincial de Victoria estableció un impuesto del 3% a compradores extranjeros. Aun así, hay lugares que reciben con agrado esta actividad económica. Las arcas de la ciudad se benefician con los ingresos por concepto de impuestos. Muchos de los extranjeros que llegan son relativamente acaudalados y gastan en autos y en muebles, así como en gastos cotidianos para la casa, más las salidas a cenar.
El interés de los compradores chinos está cambiando la demografía en Texas. Conforme aumenta el volumen de compras por parte de los asiáticos, el número de compradores mexicanos, que siempre habían sido la categoría de extranjeros más numerosa, se está estabilizando. En Plano, un suburbio ubicado al norte, el número de habitantes nacidos en China pasó de 3.600 en 2000 a casi 6.000 en 2010, y ese grupo se sigue expandiendo.
El área es un destino tan popular que este año, la empresa de transporte American Airlines empezó a operar un vuelo directo a Pekín, el segundo servicio sin escalas de la aerolínea de Dallas a una ciudad de China continental, después de Shanghái.
En Corinth, ciudad de 20.000 habitantes, se espera que el desarrollo del antiguo rancho Canyon Lake atraiga cientos de miles de dólares al año por concepto de impuestos y de honorarios. El precio promedio de las casas nuevas es de U$S 2 millones. El interés de los inversionistas chinos por especular con bienes raíces en el extranjero empezó a aumentar en 2009, cuando comenzó a ceder la recesión en Estados Unidos. Los dos mercados han estado fuera de sincronía y esto ha creado oportunidades. El precio de las casas en Estados Unidos ha estado en fase de recuperación mientras que el auge chino ha estado menguando.
Millones de inversores del país asiático tratan de colocar su dinero en economías con menos riesgos de confiscación arbitraria y con más estabilidad política. Algunos quieren ocultar la verdadera extensión de su riqueza, mientras otros tratan de diversificar sus bienes.
Las inversiones en Estados Unidos ofrecen otra ventaja: el camino para obtener el permiso de residencia. Los inversionistas chinos han estado particularmente dinámicos para aprovechar un programa federal de visas llamado EB-5, que permite a ciudadanos extranjeros poner de U$S 500.000 a U$S 1 millón den un proyecto que cree por lo menos 10 empleos. Esos inversionistas pueden obtener la visa en dos años. En lo que va del año, 86% de las visas EB-5 emitidas en todo el mundo han sido para ciudadanos chinos.